Ubicada al oeste de la ciudad se encuentra la Bahía de Santa Marta, la más linda de América, paralela a la primera avenida de la ciudad y a pocos metros del centro histórico. La playa, como es conocida por el sector transporte de la ciudad, está flanqueada al norte por el Puerto de Santa Marta y al sur por la Marina Internacional; unidos por un malecón de al menos 700 metros de largo, bautizado como Camellón Rodrigo de Bastidas.
Pocos samarios piensan en La Bahía como un lugar para bañarse, puesto que el espacio para ello es poco comparado con el de las más de 20 playas que tiene Santa Marta. El atractivo principal está en caminar frente al mar, ver el famoso morro de Santa Marta y esperar los preciosos atardeceres sentados en la arena o en el borde del malecón, con el mar estrellándose suavemente al cemento, salpicando de agua las piernas colgantes de los allí sentados.
La caminata
La caminata en sentido sur-norte inicia en la Marina Internacional donde se aprecia la multitud de yates, veleros y kayaks parqueados en sus respectivos lugares. En primer plano está el más grande de todos: el de la armada nacional. En frente de la marina hay una fila de restaurantes bajo techo con una bonita media cerca de vidrio.
Al lado derecho adentrándose perpendicular al mar está el Paseo de la 22, una bonita columna de restaurantes dónde todo está hecho en madera. Los más vistosos de todos son: uno dónde ponen música en inglés y que tiene la palabra rock en su nombre, donde es común ver a extranjeros tatuados sentados en las banquitas de madera; y otro al final del Paseo caracterizado por ser el más grande de todos, tener unos bonitos muebles azules y unos foquitos colgantes. Este último es sin techo por lo que apenas llueve, los comensales salen como hormigas de un hormiguero.
Dejando atrás el Paseo de la 22 y volviendo al Malecón se puede ver la constitución de éste, hay dos espacios para caminar: uno al lado de la arena y otro al lado de la avenida, entre estos dos hay una fila de palmeras sembradas en una especie de muro dónde se pueden apreciar vendedores de artesanías a lo largo de esta. Al borde de la arena están los vendedores de raspados: el famoso vasito lleno con hielo raspado (literalmente), roceado con esencia de cola, limón o maracuyá y arriba de ésta leche condensada. Luego están los vendedores de mango biche, venta típica de las playas de Santa Marta (al menos en el rodadero, la bahía y el aeropuerto); los de chuzos o pinchos que también venden mazorcas a la parrilla; los de ceviches (¡una delicia!), y los de las cavas con agua, cerveza y gaseosas. Todos ellos repartidos a lo largo de la caminata. ¡Ah! No pueden faltar las ventas de minutos en carritos de supermercado con el aviso amarillo donde ponen los precios. Algunos vendedores están estacionados y otros van de un lado a otro en sus carritos de tres llantas, un intermedio entre carretilla y carro.
Los samarios tendemos a clasificar todo (quizá todos los humanos lo hacen), por supuesto identificamos varios tipos de visitantes:
- Están los que sólo van a comer a los restaurantes del Paseo de la 22 que son de todo tipo, desde estudiantes universitarios pasando por los extranjeros tatuados hasta familias que disfrutan de un sábado cenando frente al mar, sin olvidar las parejas claro;
- También nos visitan los extranjeros, normalmente gringos, que se nota vienen en un paquete turístico con sus grandes cámaras fotográficas colgadas al cuello;
- Es común ver familias de samarios con numerosos niños bañándose en la playa y luego saliendo chorreantes de agua;
- Entre 5-8 a.m. y/o 5-6 p.m. se ve el desfile de personas trotando por la bahía, con su ropa de gimnasio y el termo de agua en la mano;
- Están los samarios jóvenes y viejos que pasan a fotografiar y fotografiar todo, (incluyéndome). Los que hemos sido estudiantes de cierto profesor de fotografía famoso de la ciudad, Memo, no podemos olvidar su popular advertencia: "un día de estos el morro va a desaparecer de tanta foto que le han tomado".
- y por último, actualmente están los llevados por la moda: jóvenes en bicicletas con sus celulares en la mano buscando pokemones (espero poder eliminar esta mención cuando haya pasado la fiebre de los muñecos estos).
Las ferias
En cierta época del año se sitúan frente al mar las ferias artesanales, que parecería tuvieran espacio propio en el camellón. Cuando no están, se ven dos grandes círculos de arena vacíos delimitados por cemento, ubicados prácticamente al lado de la estatua de Don Rodrigo de Bastidas, se nota que ahí hace falta algo.
En estas ferias venden todo tipo de artesanías típicas de la costa, dulces caseros de todo tipo de frutas y/ obleas, no faltan las ventas de joyas de acero inoxidable, las de juegos de ingenio, las de bromas como lapiceros o láseres que pasan corriente y por último, los nuevos aparatejos que sirven para solucionar problemas en las casas: nuevos filtros para el agua, encendedores para el fogón, etc.
Es casi que deber de todos los samarios visitar las ferias cada vez que vienen, caminar normalmente de noche sobre la arena, viendo todo lo que venden. Su estructura típica es de toldos blancos del mismo material de los sacos de arroz. La mayoría de las parejas siempre van a comprar dúos de manillas tejidas simbolizando su amor.
Quizá lo más bonito de ir a la bahía es ver el atardecer: el cielo se tiñe de anaranjados, rosados y azules que cada día cambian su configuración; cada día es un atardecer diferente, único e irrepetible. La mayoría se sitúa frente a la estatua de Don Rodrigo de Bastidas, donde hay un bonito árbol con unas florecitas rosadas que parecen flecos. Desde ahí toman fotos al atardecer que quedan con un delicado marco de ramas que combinan con el rosado del atardecer.
Pasear en la Bahía y ver el atardecer es una de las mágicas experiencias para vivir en Santa Marta. Los amantes del mar se sientan a contemplar su vaivén, los bañistas a disfrutar del salado baño y los demás a transitar por ahí con los pensamientos al ritmo del arrullo del mar. Cada playa es diferente y ésta es la Bahía de Santa Marta.
Texto sin correcciones.
Daniela tu texto es estupendo, tiene todo para enamorar al lector, hay magia en las palabras, ritmo, dulzura, movimiento, alegría, una que otra alusión nostálgica pero todas estas piezas del rompecabezas se unen entre sí para crear una atmósfera periodística gratificante para quienes nos apasionan los viajes y el conocimiento infinito que de ellos se desprenden. Solo tengo que hacerte par de recomendaciones, para empezar tu haces mención de las fotografías y veo muy pocas, a futuro me gustaría que incluyeras más imágenes, se que te gustan, igual puedes incluir videos, infografías y otros tantos recursos que pueden nutrir tus piezas periodísticas independiente del género que escojas es importante que las incluyas; el segundo aspecto que debes tener en cuenta es el uso de los signos de puntuación, recuerda que son importantísimos si se utilizan correctamente pueden hacernos soñar con las palabras pero si no se usan adecuadamente pueden realmente confundir al lector y restarle significado a las frases y párrafos. Hasta pronto gracias por compartir esta experiencia de viaje con los lectores ;)
ResponderEliminarMejor dicho no veo ninguna fotografía :(, ten en cuenta mis recomendaciones para tus próximos escritos, hasta pronto.
ResponderEliminarHola profe, que pena, compartí el enlace antes de subir las fotografías dado lo tarde. (No había visto los comentarios). Las fotos necesitaban un toque de edición...
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